TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

sábado, 28 de junio de 2014

DOMINGO 29 DE JUNIO, 13º DEL TIEMPO ORDINARIO



Solemnidad de San Pedro y San Pablo
      Llegados a final de junio, podríamos decir que suena a examen de fin de curso el interrogatorio que el Evangelio de este día nos presenta, o tal vez una encuesta improvisada. ¿Quién dice la gente por ahí que es el Hijo del hombre? ¿Y vosotros quién decís que soy yo? Ayer como hoy, las respuestas de la gente serán variopintas e incluso extravangantes. La gente puede decir ¡tantas cosas! cuando se pone a definir a Jesús desde una clave inadecuada, incluso cuando hacen gala de una teología que no se vive en comunión leal y filial con la tradición de la Iglesia.
     De ahí la segunda pregunta de Jesús: esto es lo que dice la gente, pero... "y vo­sotros, ¿quién decís que soy yo?". Porque, obviamente, tan sólo quien convive con una persona, tan sólo quien ha entrado en su intimidad puede decir con verdad quién es. La gente que no se mueve en esta experiencia de conocimiento cercano, puede opinar lo que quiera pero demasiadas veces lo hace con atrevido oportunismo, con ignorante ignorancia, o con interés ideológico.
     Pedro dirá: "tú eres el Hijo de Dios vivo". En ese examen Jesús le puso buena nota, la mejor: haberle dicho que el mismo Padre Dios había hablado por su boca. Y a continuación le cambiará para siempre de nombre: de Simón a Cefas, Piedra, y sobre esa Piedra de Pedro, Jesús edificaría su Iglesia.
     Sin duda que fue una hermosa definición la de Pedro. Porque hay otros dioses que no están vivos: tienen boca pero no hablan, tienen ojos pero no ven, oídos pero no oyen. Dioses de conveniencia, que no molestan ni exigen conversión, que sólo entretienen en dudosas devociones; dioses de adorno y costumbrismo. Pedro se ha encontrado con el Dios vivo y verdadero. Responder que Jesús es el Hijo de Dios vivo, no en una definición teórica y aprendida, que se repite sin saber lo que se dice, sino dar esa respuesta cuando traba­jamos y cuando descansamos, cuando amamos, cuando nos alegramos, cuando sufri­mos y lloramos, cuando nos rodea la gracia o cuando nos acorrala la desgracia. Jesús no ha sido enviado por el Padre como un objeto de curiosidad o de fácil beneficiencia; su Persona y su Palabra no son para fomentar el espectáculo de una atracción milagrera, sino que más bien son para reconocer el acontecimiento de una no­vedad que puede cambiar de raíz la vida, el germen de algo nuevo que puede surgir en quienes y entre quienes reconocen en Él el don del Dios vivo por excelencia. 

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

CORPUS CHRISTI 2014



    Como en años anteriores y convocados por el Consejo Diocesano el pasado 19 de junio, celebramos la Vigilia Extraordinaria previa a la Solemnidad de Corpus Christi.
   Bajo la sombra de nuestra blanca bandera, que nos recuerda nuestro carisma de adoradores eucarísticos y presididos por nuestro Consiliario Diocesano Rdº. P. D. Guillermo Domínguez, pudimos reunirnos unos cuarenta Adoradores de los diferentes Turnos diocesanos en el Oratorio de la Santa Cueva.


    El día 20 volvíamos a reunirnos, en esta ocasión, en el Primer Templo para participar en el Solemne Pontifical presidido por nuestro Obispo D. Rafael. En su homilía, destacaba el sentido íntimo de la eucaristía como “Cristo mismo que da la vida, que nos transforma y con nosotros transforma el mundo”. Refiriéndose a la salida procesional posterior, la describió como “una profesión de fe pública en un mundo que quiere relegar la religión al ámbito exclusivamente privado y personal”. Se refirió así a la multitud de países en los que los que la participación eucarística es motivo de persecución: “personas que hacen el sacrificio de kilómetros para asistir a la eucaristía, muchas veces a precio de la propia vida (…).   Así mismo, destacó que la eucaristía como “culto vivido en espíritu y en verdad” lleva necesariamente a la caridad, “a dar la vida”, sobre todo hacia los más pobres.
 





      Una vez finalizado formamos en corporación dentro del Templo, procesionando, como en años anteriores, con el cortejo que junto a Su Divina Majestad recorrió las diferentes calles del casco antiguo.

 


     Concluida la procesión y dentro ya de la S.I. Catedral se procedió a la bendición de los asistentes y reserva Eucarística siéndole rendido honores a S.D.M. por los Guiones y Banderas de las diferentes asociaciones y cofradías participantes; quedando comprometidos desde ese momento para el año próximo.

 




jueves, 26 de junio de 2014



AVISO PARA ADORADORAS/ES DE LAS SECCIONES Y TURNOS DIOCESANOS




domingo, 22 de junio de 2014



EL CORAZÓN DE JESÚS... EN EL SAGRARIO



      Estar en el Sagrario significa venir del cielo todo un Dios, hacer el milagro más estupendo de sabiduría, ¡poder y amor! para poder llegar hasta la ruindad del hombre, quedarse quieto, callado y hasta gustoso, lo traten bien o lo traten mal, lo pongan en casa rica o miserable, lo busquen o lo desprecien, lo alaben o lo maldigan, lo adoren como a Dios o lo desechen como mueble viejo... y repetir eso mañana, y pasado mañana, y el mes que viene, y un año, y un siglo, y hasta el fin los siglos... y repetirlo en este Sagrario y en el templo vecino y en el de todos los pueblos... y repetir eso entre almas buenas, finas y agradecidas, y entre almas tibias, olvidadizas, inconstantes y almas frías, duras, pérfidas, sacrílegas...

     Eso es estar el Corazón de Jesús en el Sagrario, poner en actividad infinita un amor, una paciencia, una condescendencia tan grandes por lo menos como el poner que se necesita para amarrar a todo un Dios al Carro de tantas humillaciones.
¡ESTÁ AQUÍ¡
     ¡Santa, deliciosa, arrebatadora palabra que dice a mi fe más que todas las maravillas de la tierra y todos los milagros del Evangelio, que da a mi esperanza la posesión anticipada de todas las promesas y que pone estremecimientos de placer divino en el amor de mi alma!
¡ESTÁ AQUÍ¡
     Sabedlo, demonios que queréis perderme, que tratáis de sonsacarme, enfermedades que ponéis tristeza en mi vida, contrariedades, desengaños, que arrancáis lágrimas a mis ojos y gotas de sangre a mi corazón, pecados que me atormentáis con vuestros remordimientos, cosas malas que me asediáis, sabedlo, que el Fuerte, el Grande, el Magnifico, el Suave, el Vencedor, el Buenísimo Corazón de Jesús está aquí, ¡aquí en el Sagrario mío!
     Padre eterno, ¡bendita sea la hora en que los labios de vuestro Hijo unigénito se abrieron en la tierra para dejar salir estas palabras: «¡Sabed que yo estoy todos los días con vosotros hasta la consumación de los siglos!»
     Padre, Hijo y Espíritu Santo, benditos seáis por cada uno de los segundos que está con nosotros el Corazón de Jesús en cada uno de los Sagrarios de la tierra. ¡Bendito, bendito Immanuel!...

+ (Beato Manuel González
"El Obispo de los Sagrarios Abandonados")