TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

sábado, 27 de septiembre de 2014

DOMINGO 28 DE SEPTIEMBRE, 26º DEL TIEMPO ORDINARIO



COLABORAR CON DIOS

     “¿Qué os parece?” -pregunta Cristo en el Evangelio escrito por Mateo y leído en este domingo- “¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. Él le contestó: Voy, señor. Pero no fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: No quiero. Pero después se arrepintió y fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?” (Mt 21,28-31).

     Cristo comienza y termina con una pregunta. La respuesta a esta pregunta es fácil. Los oyentes responden que “el último” ha realizado la voluntad del padre. Así pues, este domingo escuchamos algunas palabras evangélicas sobre la viña y el trabajo.

¿Qué es el trabajo?

     Contestemos una vez más a esta pregunta, recordando ante todo que es colaboración con Dios en el perfeccionamiento de la naturaleza, según el precepto bíblico de someter la tierra (cfr. Gen 1,28). El Creador quiso al hombre explorador, conquistador, dominador de la tierra y de los mares, de sus tesoros, de sus energías, de sus secretos, de manera que el hombre recupere su auténtica grandeza de “partner de Dios”. Por eso el trabajo es noble y sagrado: es el título de la soberanía humana sobre la creación.
     El trabajo, además, es medio de unión y de solidaridad, que hace a los hombres hermanos, los educa en la cooperación, los fortalece en la concordia, los estimula a la conquista de las cosas, pero sobre todo de la esperanza, de la libertad, del amor. Mediante las divisiones funcionales de la producción el trabajo puede crear un tejido de colaboración consciente y compacto, y hace a la sociedad más armónicamente operante hacia la meta de un orden justo para todos. Por todo esto la Iglesia lo estimula y lo bendice.
     Nos hacemos la pregunta sobre la naturaleza del trabajo en relación con el Evangelio de la liturgia de hoy. Cada uno de nosotros es uno de los que sienten la llamada del Padre dirigida a los dos hermanos: “Ve hoy a trabajar en la viña” (Mt 21,28). Y cada uno de nosotros, después de haber oído esta llamada, puede comportarse como el primero o como el segundo de ellos.
     La parábola evangélica enseña que en el trabajo se contiene una respuesta, que el hombre da a Dios con toda su vida y su comportamiento. El trabajo tiene su sentido no sólo en la construcción de la "ciudad terrestre" sino también en la construcción del Reino de Dios.


San Juan Pablo II, papa




AVISO PARA ADORADORAS/ES DE LOS TURNOS DIOCESANOS

     Como es tradicional, y próximos a la celebración de la festividad de Ntrª. Srª. del Rosario Patrona de Cádiz y Madre nuestra, el Consejo Superior Diocesano de la Adoración Nocturna Española convoca Vigilia General extraordinaria; a celebrar en la Iglesia de Santo Domingo el próximo sábado día 4 de Octubre a las 22,30 horas, durante la cual, y a los pies  de Nuestra Srª., tendrá lugar la imposición de insignias a los  adoradores propuestos y la renovación del compromiso de fidelidad de los adoradores asistentes.

Fdº: Antonio Llaves Villanueva
PRESIDENTE  DIOCESANO


¡ JESÚS SACRAMENTADO NOS ESPERA !

sábado, 20 de septiembre de 2014

DOMINGO 21 DE SEPTIEMBRE, 25º DEL TIEMPO ORDINARIO



EL TRABAJO DEBER Y DERECHO HUMANO
    

 “El reino de los cielos es semejante a un amo de casa que salió muy de mañana a ajustar obreros para su viña” (Mt 20,1).
     Con estas palabras comienza el pasaje evangélico de la liturgia de hoy. La tan conocida parábola de los trabajadores de la viña contiene en sí muchos temas. Entre éstos es fundamental la idea de que es Dios quien llama al hombre al trabajo y que el trabajo debe contribuir a la plasmación continua del mundo según el proyecto del mismo Dios. Todo tipo de trabajo humano, todas sus variantes, están incluidas en la parábola evangélica.
     En el punto de partida esta parábola incluye la llamada al hombre a redescubrir el significado del trabajo, teniendo presente el designio salvífico de Dios.

¿Qué es el trabajo humano?

     A este importante interrogante hay que dar una respuesta articulada. Ante todo es una prerrogativa del hombre-persona, un factor de plenitud humana que ayuda precisamente al hombre a ser más hombre. Sin el trabajo no solo no puede alimentarse, sino que tampoco puede autorrealizarse, es decir, llegar a su dimensión verdadera. En segundo lugar y consecuentemente, el trabajo es una necesidad, un deber que da al ser humano, vida, serenidad, interés, sentido. El Apóstol Pablo advierte severamente, recordémoslo: “el que no quiera trabajar, no coma" (2 Tes 3,10). Por consiguiente cada uno está llamado a desempeñar una actividad sea al nivel que fuere, y el ocio y el vivir a costa de otros quedan condenados. El trabajo es, además, un derecho, “es el grande y fundamental derecho del hombre”.
     El trabajo llega a ser igualmente un servicio, de tal modo que “el hombre crece en la medida en que se entrega por los demás". Y de esta armonía se beneficia no sólo el individuo sino también la misma sociedad.
     Estos son solamente algunos pensamientos sobre el tema acerca de la naturaleza del trabajo humano. Los ponemos juntos aquí haciendo referencia a la llamada del amo de casa que sigue saliendo a contratar obreros para su viña para la jornada, como dice la parábola evangélica. Recordemos que en su mismo punto de partida esta parábola contiene la invitación al hombre a que encuentre su significado último en el designio salvífico de Dios, sea cual fuere el tipo de trabajo que desarrolle. Y oremos para que crezca y se ahonde en cada hombre la conciencia de este significado. Pues según el designio de Dios, con el trabajo no sólo debemos dominar la tierra, sino también alcanzar la salvación. Por tanto, al trabajo está vinculada no sólo la dimensión de la temporalidad, sino también la dimensión de la eternidad.
San Juan Pablo II, papa