TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

domingo, 30 de noviembre de 2014

DOMINGO 30 DE NOVIEMBRE, 1º DE ADVIENTO



¡VELAD!... QUE NO OS ENCUENTRE DORMIDOS.



Queridos hermanos y hermanas:
     Este domingo comienza el Adviento, un tiempo de gran profundidad religiosa, porque está impregnado de esperanza y de expectativas espirituales: cada vez que la comunidad cristiana se prepara para recordar el nacimiento del Redentor siente una sensación de alegría, que en cierta medida se comunica a toda la sociedad. En el Adviento el pueblo cristiano revive un doble movimiento del espíritu: por una parte, eleva su mirada hacia la meta final de su peregrinación en la historia, que es la vuelta gloriosa del Señor Jesús; por otra, recordando con emoción su nacimiento en Belén, se arrodilla ante el pesebre. La esperanza de los cristianos se orienta al futuro, pero está siempre bien arraigada en un acontecimiento del pasado. En la plenitud de los tiempos, el Hijo de Dios nació de la Virgen María: «Nacido de mujer, nacido bajo la ley», como escribe el apóstol san Pablo (Ga 4,4).
     El Evangelio nos invita hoy a estar vigilantes, en espera de la última venida de Cristo: «Velad, dice Jesús: pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa» (Mc 13,35.37). La breve parábola del señor que se fue de viaje y de los criados a los que dejó en su lugar muestra cuán importante es estar preparados para acoger al Señor, cuando venga repentinamente. La comunidad cristiana espera con ansia su «manifestación», y el apóstol san Pablo, escribiendo a los Corintios, los exhorta a confiar en la fidelidad de Dios y a vivir de modo que se encuentren «irreprensibles» (cf. 1 Co 1,7-9) el día del Señor. Por eso, al inicio del Adviento, muy oportunamente la liturgia pone en nuestros labios la invocación del salmo...
     Podríamos decir que el Adviento es el tiempo en el que los cristianos deben despertar en su corazón la esperanza de renovar el mundo, con la ayuda de Dios… Que María santísima, Virgen del Adviento, nos obtenga vivir este tiempo de gracia siendo vigilantes y laboriosos, en espera del Señor.
Benedicto XVI, pp emérito

sábado, 29 de noviembre de 2014

ADVIENTO DEL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA


     «Mira en lo profundo de tu corazón, mira en lo íntimo de ti mismo, y pregúntate: ¿tienes un corazón que desea algo grande o un corazón adormecido por las cosas? ¿Tu corazón ha conservado la inquietud de la búsqueda o lo has dejado sofocar por las cosas, que acaban por atrofiarlo? Dios te espera, te busca: ¿qué respondes? ¿Te has dado cuenta de esta situación de tu alma? ¿O duermes? ¿Crees que Dios te espera o para ti esta verdad son solamente "palabras"?» «Se trata de dejar todo para seguir al Señor... de manera especial, de modo profético. Yo espero de ustedes este testimonio... tienen que ser hombres y mujeres capaces de despertar al mundo».     FRNCISCO pp                                               

    El Santo Padre Francisco ha convocado el Año de la Vida Consagrada 2015, que en España coincide con el Año Jubilar Teresiano; es un precioso regalo para la Iglesia, a la vez que una gran oportunidad de evangelización.

    Para celebrar dignamente en nuestra nación estos especiales acontecimientos –y dado que son muchas las iniciativas proyectadas por diferentes sectores– la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada y la Comisión de Obispos y Superiores Mayores de la Conferencia Episcopal Española han acordado organizar una única iniciativa conjunta de la vida consagrada en España, que sea significativa, signo y expresión de la comunión que vivimos y testimonio ante el pueblo de Dios de la belleza de la consagración y la misión evangelizadora de la Iglesia. Tras estudiar el calendario de eventos, se ha elegido realizarla en Madrid elsábado 3 y domingo 4 de octubre de 2015. 
   Esta única iniciativa conjunta tendrá carácter celebrativo, formativo y festivo, acogiendo y proponiendo en su forma y fondo las líneas maestras que se han señalado para el Año de la Vida Consagrada: la memoria agradecida, gratitud que proviene de una historia de llamada y conversión en el seguimiento de Cristo que marca nuestras vidas e institutos; el amor apasionado y apasionante de vivir por Él —por su fuerza en nuestra debilidad—, con Él en lo cotidiano de la existencia y en Él que nos va purificando y configurando; y la esperanza gozosa de ser enviados de nuevo, como discípulos y testigos, con el tesoro de la Palabra, el alimento de su Cuerpo y el ungüento de la misericordia.


     Se trata de un importante momento de comunión eclesial, en el que estamos invitados a participar la vida consagrada y todas aquellas personas que deseen acompañarnos en esta conmemoración tan especial y significativa.