TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

domingo, 25 de enero de 2015

DOMINGO 25 DE ENERO, 3º DEL TIEMPO ORDINARIO EN LA JORNADA DE LA INFANCIA MISIONERA



NUESTRA OPCIÓN FUNDAMENTAL ES JESUCRISTO



      La pedagogía de la liturgia es interesante, porque nos introduce en la dramática aventura de seguir a Cristo, pero con la sabiduría de Dios. El domingo anterior pudimos ver los primeros pasos: presentación de Jesús, encuentro con Él y el seguimiento. Tres momentos esenciales en la vida del que comienza en esta aventura de la fe. En el Evangelio de este domingo se continúa el proceso de seguimiento y presenta a Jesucristo que inicia la predicación de la cercanía del Reino de Dios con una fuerte llamada a la conversión y una adhesión al mensaje. Otro paso más, una exigencia que no es dolorosa, pero sí es muy seria para el que se ha puesto en camino. Para que se vea que tiene sentido, se ha recurrido, en la primera lectura, a lo que han hecho los profetas desde antiguo y nos sitúa en la predicación de Jonás en Nínive, una llamada a la conversión, que significa abandonar las obras del pecado, despegarse de las cosas de este mundo y mantener un trato asiduo con el Señor, sin distracciones. Esto mismo será lo que explica San Pablo. La llamada de los discípulos es significativa, pero comprobaremos que eso es obra de Dios. Jesús se ha comprometido en esta tarea y va abriendo puertas, no anuncia catástrofes, sino que nos libera de ellas, acercándonos a donde está la vida y la salvación, en la voluntad de Dios.
     Jesús sigue pasando hoy y nos sigue invitando a ir con Él, pero exigiendo las debidas condiciones de totalidad, es decir, con una vida más religiosa, de mayor austeridad; con valentía para la renuncia a todo lo inútil, a los pesos muertos que arrastramos; con la decisión de ir transformando nuestro corazón, según su corazón misericordioso y hacernos mejores. La respuesta de los discípulos fue ejemplar: inmediatamente lo dejaron todo y le siguieron. Este es un punto para pensarlo todos, el texto dice que lo hicieron "inmediatamente". Hay una poderosa razón, porque se habían fiado del Señor. ¿Qué nos pasa a nosotros que no respondemos, si el que nos habla es el mismo? ¿Cómo es posible esto siendo la misma palabra que oyeron ellos? ¿No será que nuestra libertad está aún encadenada y arrastramos demasiadas cosas?.           
    "Inmediatamente" es la palabra clave, aunque eso cuesta; cuesta renunciar, dejar cosas atrás, desprendernos de todo el equipaje para el camino, sin embargo, Jesús les pidió a los llamados dejar la barca, las redes, al padre, al mundo... lo más fuerte que pide es que sepamos desprendernos hasta de nosotros mismos. La renuncia es a todo para seguirle a Él, para seguirle por su camino, para seguir a Jesús en el amor, para hacer el bien; seguirle para poder escucharle mejor, en la intimidad del silencio exterior, sin que nada nos impida oír su voz. 
     La llamada a la conversión personal no ha dejado de resonar, porque nace del mismo Evangelio y hoy la vuelve a repetir. Seguro que nos ayudará la sabiduría de la respuesta que la Madre Teresa de Calcuta dijo a un periodista que le preguntó: "En su opinión, hermana, ¿qué habría que cambiar en la Iglesia?" Y ella le respondió: "¡Usted y yo, querido señor!". Por aquí va la conversión.
+ José Manuel Lorca Planes-Obispo de Cartagena

sábado, 24 de enero de 2015




DIEZ REGLAS PARA REZAR CON SENCILLEZ

1.- Tómate cada día unos minutos de tiempo para estar solo y en paz. Relaja tu cuerpo, tu cabeza y tu corazón.
2.- Habla a Dios con sencillez y naturalidad y dile todo cuanto te preocupa. No es necesario que utilices fórmulas extrañas. Háblale con tus propias palabras. Él las entiende perfectamente.
3.- Entra en diálogo con Dios cuando estás en el trabajo diario. Cierra los ojos, aunque sólo sean dos segundos, donde quiera que estés… en el negocio, en el autobús, en la mesa de trabajo…
4.- Haz convicción de esta verdad: Dios está contigo y quiere ayudarte. No es que tú estés acosando a Dios para que te dé Su bendición, todo lo contrario, es Él quien quiere bendecirte.
5.- Reza con la seguridad de que tu oración es inmediatamente eficaz, más allá de tierras y mares, y protege donde quiera que se encuentren tus seres queridos y hace que les llegue a ellas el Amor de Dios.
6.- Cuando reces, tienes que tener ideas positivas y apartar las negativas.
7.- Cuando te pongas a rezar reafirma siempre la actitud de estar dispuesto a aceptar, sea cual fuere, la voluntad de Dios.
8.- Cuando estás rezando déjalo todo en manos de Dios. Pídele que te dé fuerzas para hacer todo cuando esté en tus manos y, el resto, queda en buenas manos, en las Suyas.
9.- Di una buena palabra de intercesión por aquellos que no te quieren bien o te han tratado mal, eso te dará vigor y una fortaleza extraordinaria.
10.- Reza todos los días por tu país y por la paz en el mundo.
 José Sánchez Aguado

viernes, 16 de enero de 2015

DOMINGO 18 DE ENERO, 2º DEL TIEMPO ORDINARIO

«MAESTRO, ¿DÓNDE VIVES?»
Queridos hermanos y hermanas:
     El pasado domingo, en que celebramos el Bautismo del Señor, comenzó el tiempo ordinario del Año litúrgico. La belleza de este tiempo está en el hecho de que nos invita a vivir nuestra vida ordinaria como un itinerario de santidad, es decir, de fe y de amistad con Jesús, continuamente descubierto y redescubierto como Maestro y Señor, camino, verdad y vida del hombre. Es lo que nos sugiere, en la liturgia de hoy, el evangelio de san Juan, presentándonos el primer encuentro entre Jesús y algunos de los que se convertirían en sus apóstoles. Eran discípulos de Juan Bautista, y fue precisamente él quien los dirigió a Jesús, cuando, después del bautismo en el Jordán, lo señaló como «el Cordero de Dios» (Jn 1,36). Entonces, dos de sus discípulos siguieron al Mesías, el cual les preguntó: «¿Qué buscáis?». Los dos le preguntaron: «Maestro, ¿dónde vives?». Y Jesús les respondió: «Venid y lo veréis», es decir, los invitó a seguirlo y a estar un poco con él. Quedaron tan impresionados durante las pocas horas transcurridas con Jesús, que inmediatamente uno de ellos, Andrés, habló de él a su hermano Simón, diciéndole: «Hemos encontrado al Mesías». He aquí dos palabras singularmente significativas: «buscar» y «encontrar».
Podemos considerar estos dos verbos de la página evangélica de hoy y sacar una indicación fundamental para el nuevo año, que queremos que sea un tiempo para renovar nuestro camino espiritual con Jesús, con la alegría de buscarlo y encontrarlo incesantemente. En efecto, la alegría más auténtica está en la relación con él, encontrado, seguido, conocido y amado, gracias a una continua tensión de la mente y del corazón. Ser discípulo de Cristo: esto basta al cristiano. La amistad con el Maestro proporciona al alma paz profunda y serenidad incluso en los momentos oscuros y en las pruebas más arduas. Cuando la fe afronta noches oscuras, en las que no se «siente» y no se «ve» la presencia de Dios, la amistad de Jesús garantiza que, en realidad, nada puede separarnos de su amor (cf. Rm 8,39).
     Buscar y encontrar a Cristo, manantial inagotable de verdad y de vida: la palabra de Dios nos invita a reanudar, al inicio de un nuevo año, este camino de fe que nunca concluye. «Maestro, ¿dónde vives?», preguntamos también nosotros a Jesús, y él nos responde: «Venid y lo veréis».
     Para el creyente es siempre una búsqueda incesante y un nuevo descubrimiento, porque Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre, pero nosotros, el mundo, la historia, no somos nunca los mismos, y él viene a nuestro encuentro para donarnos su comunión y la plenitud de la vida. Pidamos a la Virgen María que nos ayude a seguir a Jesús, gustando cada día la alegría de penetrar cada vez más en su misterio.
Benedicto XVI, pp emérito