TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

sábado, 30 de abril de 2016

DOMINGO 1º DE MAYO, 6º DEL TIEMPO PASCUAL



     Comienza este Evangelio con una expresión que nos acerca implícitamente a la fe Nuestra Señora: guardar la Palabra de Dios y dejar que Él nos ame haciendo morada en nosotros. María amó al Señor guardando sus Palabras y viviéndolas, por eso la llamarían todos bienaventurada (Lc 1,45.48), empezando por el mismo Jesús (Lc 11,27). Y por eso también su corazón fue constituido morada de Dios, donde encontrar su Presencia y donde escuchar su Voz. Esta fue la grandeza de María y la más alta maternidad. Amar a Dios es guardar así su Palabra, como hizo María, dejando que haga y diga en nosotros, incluso más allá de lo que nuestro corazón es capaz de comprender.
     Jesús hace una promesa fundamental: el Padre enviará en su nombre un Consolador (un Paráclito), el Espíritu Santo, para que enseñe y recuerde (Jn 14,26) todo cuanto Jesús ha ido mostrando y diciendo, y que no siempre ha sido comprendido, ni guardado. Justamente, la vida “espiritual” es acoger a este Espíritu prometido por Jesús, para que en nosotros y a nosotros enseñe y recuerde, tantas cosas que no acabamos de ver ni comprender en nuestra vida, tantas cosas que no hacemos en “memoria de Jesús”, y por eso las vivimos distraídamente, en un olvido que nos deja el corazón tembloroso y acobardado también, como el de aquellos discípulos, dividido por dentro y enfrentado por fuera.
     La alusión que hemos hecho a María para comprender el trasfondo de este Evangelio no es una cuña banal o piadosa. La Palabra cumplida de Dios se hizo carne en la Santa Virgen. Ella fue y es modelo de espera y de esperanza cuando todos se fueron huyendo a sus lágrimas, a sus ciudades, a sus quehaceres o a sus casas cerradas a cal y canto. Es como una “primera entrega” de lo que Dios regalaría a aquellos hombres, cuando con María reciban en Pentecostés el cumplimiento de eso que ahora se les prometía. Y lo que a ellos se les prometió también fue para nosotros. No en vano el pueblo cristiano aprende a esperar este Espíritu Consolador con María, y a guardar las Palabras de Dios como ella en este tiempo de mayo florido.

+ Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo

“VENID Y VAMOS TODOS …CON FLORES A MARÍA QUE MADRE NUESTRA ES”


     El amor, el homenaje y la veneración que se dan a la Virgen María se manifiestan con prácticas diversas que llamamos "devociones". En el mes de mayo, el mes de las flores, dedicado tradicionalmente a la Madre del Salvador, intensificamos estas devociones marianas. Se trata del afecto, la predilección y reverencia que le tributamos por ser la obra maestra de la creación, la llena de gracia que, también, es madre nuestra. La devoción a María es una amorosa y confiada entrega a quien, por su excelsa dignidad y misión, sabemos nos ama y protege.
     El Concilio Vaticano II nos describe la naturaleza y el fundamento del culto y devoción a la Santísima Virgen: "Por ser Madre santísima de Dios, que tomó parte en los misterios de Cristo, es justamente honrada por la Iglesia con un culto especial" (Lumen Gentium, 66).
     Este "culto especial" consiste en la veneración, el amor, la invocación y la imitación. “El mes de Mayo es el mes más sonriente del año. La sonrisa de María, Madre de Jesús y Madre nuestra, serena los rostros pensativos y eleva a visiones de bondad, de misericordia y de confianza los ánimos oprimidos, desconfiados y cansados”  (Beato Juan XXIII pp)

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza.
A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María,
yo te ofrezco en éste día, alma, vida y corazón;
mírame con compasión y no me dejes, Madre mía.



domingo, 24 de abril de 2016

DOMINGO 24 DE ABRIL, 5º DEL TIEMPO PASCUAL


     Las palabras del querido Papa Benedicto XVI tienen un sentido especial cuando acabas de leer el Evangelio de este domingo, porque señalan el centro del Evangelio: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. Los encuentros con el Resucitado en este tiempo de Pascua nos confirman la fuerza de la fe, que provoca un cambio radical de vida y una alegría estable. La Pascua es un tiempo especial, es un tiempo para las respuestas, es el momento para el diálogo con Dios en el gozo y la alegría por el triunfo de Jesús.
     La más bella respuesta que damos, fruto de nuestra escucha y del diálogo con Dios, es la comunión fraterna, este es el signo más atractivo y resplandeciente, por esto nos pide el Papa Francisco: “Que todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis”. La razón de este comportamiento tiene un origen claro, Jesucristo: “En esto reconocerán que sois mis discípulos, en el amor que os tengáis unos a otros” (Jn 13,35) (cf. Evangelii Gaudium, 99). Tanto es así, que el que ha cerrado sus oídos a Dios irá por la vida desorientado, quien no ama al hermano “camina en las tinieblas” (1 Jn 2,11), “permanece en la muerte” (1 Jn 3,14) y “no ha conocido a Dios” (1 Jn 4,8) (cf. EG, 272). Alejarse de todo el mundo y olvidarse de los demás es el drama más grande de la historia. Pero, serenidad, que Dios no le ha cerrado la puerta a nadie, que es un Buen Pastor y sigue buscando, va al encuentro de los perdidos para darles más opciones de salvación, de perdón y misericordia, que ya nos dijo Jesús que a quien llama se le abre con inmediatez.
     El Evangelio de este domingo termina diciendo que Jesucristo nos da un mandamiento: que nos amemos los unos a otros como Él nos amó. El amor abre todas las puertas con la gente, establece relaciones positivas con todos, sin olvidar que también establece un diálogo hermoso con Dios, que es más grande que una ley o una norma. Es precioso cómo lo explicaba el Papa Benedicto XVI: “Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero, ahora el amor ya no es sólo un mandamiento, sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro” (cf. Deus caritas est, 1). Nos ha quedado claro que esta es la marca, la señal distintiva de los que seguimos a Jesús; fue lo que llamaba la atención y lo que llevó a mucha gente al comienzo de la Iglesia a la conversión, porque se admiraban cómo se amaban los cristianos, los veían como si fueran un solo corazón y una sola alma, que en sus vidas estaba presente el mismo Dios vivo.
     Amar de verdad a los hermanos prolonga en esta tierra la presencia de Dios, porque a través de la cercanía a Dios, de querer hacer su voluntad, la bondad, la belleza, la alegría, el compromiso, la solidaridad, el compartir el eterno amor de Dios… comienza a hacerse visible a los ojos de los demás. Con razón, San Agustín dejó escrito, “ama y haz lo que quieras”.

+ José Manuel Lorca Planes-Obispo de Cartagena

sábado, 23 de abril de 2016



     LA IGLESIA RECONOCE EL MILAGRO DE UNA HOSTIA SANGRANTE EN POLONIA: ES TEJIDO DE CORAZÓN HUMANO

     Zbigniew Kiernikowski, obispo de Legnica (Polonia), ha aprobado oficialmente este 17 de abril que los fieles veneren una hostia sangrante que, según decreta, “tiene las características distintivas de un milagro eucarístico”.
     El milagro sucedió en la Navidad de 2013, cuando una hostia consagrada cayó al suelo en el santuario polaco de San Jacek en Legnica, según reconoce el obispo en su comunicado.
     La hostia fue recogida y colocada en un recipiente con agua ("vasculum") para que se consumiera, como suele hacerse en estos casos. Sin embargo, en la hostia apareció una mancha roja de extraña textura, que parecía tejido humano.
     El entonces obispo de Legnica, 
Stefan Cichy, instituyó una comisión para investigar el hecho y ver qué sucedía con la forma. En febrero de 2014, con permiso de la diócesis, un fragmento de esta hostia con la sustancia roja se colocó en un corporal y se llevó a investigar bajo microscopio a distintos institutos forenses.

Análisis histopatológico

     El comunicado médico final del Departamento de Medicina Forense encontró que “en la imagen histopatológica se encontró que los fragmentos contienen partes fragmentadas del músculo estriado transversal, similar al músculo del corazón”.
     Son estas pruebas las que determinaron que el tejido era de origen humano y que incluso precisaban que era un tejido que había estado sometido a tensión y sufrimiento.


     La nota del obispo resume así las conclusiones de los científicos: "En la imagen histopatológica, se ha descubierto que los fragmentos de tejido contienen partes fragmentadas de músculo estriado transversal. (…) El conjunto (…) se asemeja en gran medida al músculo cardiaco con las alteraciones que aparecen frecuentemente durante la agonía. Los estudios genéticos indican el origen humano del tejido".

Consultando a Doctrina de la Fe en Roma

     Después de la investigación científica, el obispo Kiernikowski pasó el caso en enero de este año a la consideración teológica de la Congregación para la Doctrina de la Fe en el Vaticano.
     La Congregación se mostró favorable a exponer la hostia a la veneración pública, en un contexto de explicación de los hechos, y así se le encargó al párroco, Andrzej Ziombrze.



La hostia con el aspecto de tejido corporal humano

        La hostia se expone en una capilla junto a iconos de Juan Pablo II y con un plafón explicativo de la reliquia y su significado. El comunicado del obispo afirma:
      "Pido también información pertinente para quienes acudan y una catequesis sistemática que forme adecuadamente la conciencia de los fieles en el culto eucarístico". "Espero que todo esto sirva para profundizar en el culto de la Eucaristía y tenga un inconfundible impacto en la vida de las personas se acercan a la reliquia. Lo vemos como una maravillosa muestra, una expresión particular de la bondad y el amor de Dios".
 ReL - 19 abril 2016