Espiritualidad Católica como fuente testimonial. Tras el reconocimiento de nuestro carisma cristiano, buscamos ser consecuentes y por lo tanto expandir el Evangelio de Cristo en nuestra sociedad.
TIEMPOS LITURGICOS
viernes, 30 de septiembre de 2016
sábado, 24 de septiembre de 2016
DOMINGO 25 DE SEPTIEMBRE, 26º DEL TIEMPO ORDINARIO
“PADRE ABRAHÁN, TEN
PIEDAD DE MÍ…”
¿De qué sirve ser el más rico del cementerio?
Jesús propone esta parábola a unos fariseos celosos de la Ley y los profetas,
amigos de Moisés y de Abrahán, pero que vivían con una cierta esquizofrenia
moral y espiritual.
Jesús
en primer lugar relativiza el valor del dinero
apelando a su poderío fugaz y a su gloria caduca. El dinero y todo lo que lo
rodea, no tiene la última palabra en esta vida, porque esa palabra postrera la
pronunciamos todos por igual, con la misma indigencia y fragilidad con la que
igualmente nacimos: Epulón y Lázaro eran iguales ante su origen y ante su
destino. El dinero y sus adláteres, no son la moneda para comprar el acceso en
la vida perdurable, sino que más bien será una gracia de Dios al alcance de
cualquiera que haya tenido corazón de pobre (hayan sido cuales hayan sido sus
arcas monetarias).
Lo segundo que destaca Jesús es la infinita diferencia entre el modo de
valorar que tiene Dios y aquellos fariseos burlones. Sólo
quien entra en la mirada de Dios puede descubrir su secreto, y sólo quien se
adentra en su Corazón comprende su riqueza, como el mismo Pablo descubrió
(Filp 3,7-8).
No bastaba saberse al dedillo las consejas
de la Ley y los Profetas. Hay un modo de ser creyente que es inútil: saber
cosas de Dios y no vivir conforme a lo que sabemos, encender una vela a Dios en
su día, reservándonos para nosotros y nuestros diablos el resto de la semana.
Epulón comprendió ya tarde la inutilidad de la basura de su vida, y quiso
enviar a un muerto a los suyos para hacerles ver la engañifa en la que vivían. Pero nadie escarmienta en cabeza
ajena. A lo más, queda uno asustado una breve temporada.
Curiosamente, Dios desde “sus valores”, lejos de ser un rival de los nuestros,
es su mejor exponente. Tenemos la experiencia cotidiana de cómo cuando nos
alejamos de la visión que Dios tiene de la vida, ésta se deshumaniza.
Por
eso
no es extraño que quienes aman el dinero y se burlan de los enviados de Dios,
no entiendan nada, se irriten e indignen, y hasta decidan matar al mensajero.
No, nuestro mundo
no necesita que vengan los muertos para darnos un susto incontestable, sino más
bien está necesitado de vivos,
de cristianos vivos que
desde la trama diaria de su existir enseñan a ver las cosas desde los Ojos de
Dios, y
amar la vida desde y como Él, ritmando nuestros latires con los de su Corazón,
valorando aquello que tiene valor para Él, lo que enajena y enfrenta, lo que
adormece e inhibe, y relativizando lo que corrompe y deshumaniza.
+ Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo
“LOS HOMBRES DE LA NOCHE”
Párate un momento, hombre de la prisa larga; tú, quienquiera que seas, hombre que vives
tu vida cargado de impresiones fuertes, excesivamente nervioso, hombre que corres preocupado, mordido por la
impaciencia y la inquietud de "algo".
Hombre que no atinas a concretar ese "algo mejor", pero que lo
anhelas con toda tu alma; querido hombre
de buena voluntad, párate un momento... y obsérvalos -en plan de marcha- son los "Hombres de la Noche.
Por favor, hombre amigo, deja ya lo negativo.
No te lamentes más de las horas
desgraciadas de los negocios... de las
aristas afiladas del desaliento... de los mordiscos rabiosos de la enfermedad..., del pan correoso del abandono ingrato... de la baba maloliente que murmura... de la trapera zancadilla que tumba..., de la
calumnia que apuñala cobardemente... del ambiente injusto... de la malicia sin fin de un mundo con negrura de
almas. Deja, por favor, hombre amigo, el
agua amarga de tus lloros y empieza a ser positivo.
Escucha atento la canción viril,
serena, recia, de los "Hombres de la Noche". Y si de verdad
eres, valiente, escucha y canta con ellos, con los hombres de la Adoración Nocturna, el himno
triunfal de la restauración del mundo.
¿Te has fijado ya? Toma nota; son hombres como
tú y como yo, con vértigo por las mismas
inquietudes de "algo mejor". Pero hombres que no se rasgan sus vestiduras, que no protestan del ambiente
sobrecargado; hombres que no maquinan en
la noche de un mundo en sombras, y sí, en cambio, convierten su noche de Adoración en un día blanco de
Oración, de Intercesión, de Expiación.
Ya les conoces un poco a estos
"Hombres de la Noche", anónima masa gris, tan necesaria al mundo de hoy; pero no deja
de ser un conocimiento externo. Si en verdad quieres verles de cerca, "por dentro”, en experiencia personal, acude sin recelos,
libre de prejuicios, con buena voluntad, con honradez, a un Turno cualquiera de las noches de Adoración. ¡Hazlo, amigo, con frente serena y corazón limpio! Yo te aseguro, por la memoria sagrada
de tus mayores, que allí
les verás con distintivo blanco, con su bandera blanca, con su
programa blanco: CARIDAD y UNIDAD ante la Hostia Santa, allí les verás ir
salvando al mundo de su noche negra.
Me da la impresión de
que esto te parece excesivo optimismo... posiblemente, pero te lo diré, entonces, con palabras del
estupendo Pérez Lozano:... "Y la
niñita de cinco años rezaba todas las
noches para que el demonio, se hiciese bueno... El demonio, seguía siendo malo, es verdad, pero
muchos hombres se iban librando de él
por la oración de la niñita de cinco años".
Mi querido amigo, el de la prisa larga,
los "Hombres de la Noche" te ofrecen el único y eficaz programa blanco de restauración, de salvación
del mundo en sus cuatro dimensiones. Seguro que el
inmundo continuará con sus noches negras de pecado, pero en muchas almas, muchísimas
almas, se irá abriendo la Luz... la Luz Blanca de los "HOMBRES DE LA
NOCHE".
Escrito publicado en Boletín y recuperado por Ricardo Nieto Delegado Nacional de la Adoración Nocturna Española
para Andalucía Occidental.
viernes, 16 de septiembre de 2016
DOMINGO 18 DE SEPTIEMBRE, 25º DEL TIEMPO ORDINARIO
“NO PODÉIS
SERVIR A DIOS Y AL DINERO”
Aparentemente
Jesús ensalza la habilidad de un administrador infiel. Pero hay que ser
cautos y afinar en aquello que viene ensalzado: no es la infidelidad, la
corrupción, sino la habilidad, la astucia de aquel administrador avispado. El
que es fiel en lo poco, lo será también en lo mucho. Que viene a decir: todo aquello que te
gustaría cambiar de un mundo demasiado cruel, empieza por cambiarlo en tu
propia casa, en tu corazón.
Y en verdad, ¿quién no se ha quejado alguna
vez de cómo va nuestro mundo a tantos niveles? La política, la economía, la
paz, la justicia, la familia, los ancianos, los jóvenes, y un largo etcétera en
donde ponemos contra las cuerdas a nuestra sociedad bastante inmoralizada y
desmoralizada. En todo lo cual no falta razón: se ha perdido el rumbo de muchas
cosas, se han abandonado impunemente muchos principios básicos, se han destruido tantos valores que no
eran negociables, se ha deshumanizado tanto nuestra humanidad.
Pero
caben dos salidas: caer
tanto en pesimismos deprimentes (todo es malo, “y cualquier
tiempo pasado fue mejor” que decía el poeta en su elegía) como en optimismos irresponsables (lo
importante es cambiar, arrasar, que no quede nada de lo anterior), o más bien, tener una mirada serena
sobre el mundo, sobre la vida, sobre el dolor, sobre el amor, sobre tantas
cosas que no van, y empezar a arreglarlas en uno mismo. El mundo nuevo, la
tierra nueva, empieza por mi casa, por mi propio corazón. Empecemos por lo poco, por lo pequeño, por
lo cotidiano, por lo nuestro. No es el gobierno de turno, ni los organismos
mundiales de vanguardia, ni el vaticano, ni los banqueros, ni los periodistas,
ni los sindicatos... quienes tienen que dar el pistoletazo de salida. El mundo
nuevo empieza más cerca de mí, en mis actitudes, en mis opciones, en mi modo
de escuchar, de atender, de proponer, de vivir.
La
llamada de Jesús es clara: no podemos tener dos patrones, dos
amos. O nos adherimos al
diseño de Dios, a
su proyecto de humanidad, de civilización del Amor, o
nos apuntamos a la barbarie en la que termina siempre toda
pretensión que censura algún aspecto del corazón del hombre. Sin Dios, sin este
“amo” tan especial que nos hace libres, es muy difícil hacer un mundo que sepa
a justicia, a limpieza, a paz, a respeto, a libertad, a felicidad. Metamos al Señor en nuestras cosas y
en nuestras casas,
sin fanatismos pero sin complejos. Porque sólo quien ama de verdad a Dios llega
a no despreciar al hombre hermano.
+ Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo
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