TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

jueves, 24 de noviembre de 2016

DOMINGO 27 DE NOVIEMBRE, 1º DEL ADVIENTO


EN ADVIENTO SE NOS INCULCA QUE DIOS «VIENE»

Queridos hermanos y hermanas: 

     En Adviento la liturgia con frecuencia nos repite y nos asegura, como para vencer nuestra natural desconfianza, que Dios «viene»: viene a estar con nosotros, en todas nuestras situaciones; viene a habitar en medio de nosotros, a vivir con nosotros y en nosotros; viene a colmar las distancias que nos dividen y nos separan; viene a reconciliarnos con él y entre nosotros. Viene a la historia de la humanidad, a llamar a la puerta de cada hombre y de cada mujer de buena voluntad, para traer a las personas, a las familias y a los pueblos el don de la fraternidad, de la concordia y de la paz.
     Por eso el Adviento es, por excelencia, el tiempo de la esperanza, en el que se invita a los creyentes en Cristo a permanecer en una espera vigilante y activa, alimentada por la oración y el compromiso concreto del amor. Ojalá que la cercanía de la Navidad de Cristo llene el corazón de todos los cristianos de alegría, de serenidad y de paz.
     Para vivir de modo más auténtico y fructuoso este período de Adviento, la liturgia nos exhorta a mirar a María santísima y a caminar espiritualmente, junto con ella, hacia la cueva de Belén. Cuando Dios llamó a la puerta de su joven vida, ella lo acogió con fe y con amor… Dejémonos atraer por su belleza, reflejo de la gloria divina, para que «el Dios que viene» encuentre en cada uno de nosotros un corazón bueno y abierto, que él pueda colmar de sus dones. 

Benedicto XVI, pp emérito

sábado, 19 de noviembre de 2016

DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE, 34º DEL TIEMPO ORDINARIO EN LA SOLEMNIDAD DE CRISTO REY


 «ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS»


     Termina el año cristiano, y la Iglesia celebra el domingo de Cristo Rey. La liturgia nos relata el final de la pasión de Jesús en la que aparece como Rey. ¿Dónde está, Rey, tu reinado? Y ¿dónde tus súbditos leales?¿Adónde se fueron los incondicionales discípulos?¿En qué quedaron todos tus proyectos bienaventu­rados?¿cómo es que este que se presenta así rey-de-los-judíos, ha nacido de mujer, se entretiene con niños, atiende a pobres y enfermos, se detiene con toda clase de pecadores, y pone en solfa nuestras leyes inhumanas? Así, todos, por temor, o desencanto, o indignación, o defraude... fueron abandonando a aquel Rey. Bueno, todos no. Estaban María, algunas mujeres y Juan. Y había otro más, el de la ultimísima hora: Dimas. Sólo Dimas no empleó el condicional de quien duda o niega, sino el imperativo de quien está seguro ante el acontecimiento que sus ojos ven: acuérdate de mí. La res­puesta de Jesús no se hizo esperar: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
     Aquel Rey y su Reino no terminaron entonces. Aquel estar con Jesús y parti­cipar en su reinado es lo que los cristianos hemos venido celebrando y prolongando durante siglos. Y es lo que en este último domingo del año litúrgico queremos es­pecialmente recordar: que Él es el Rey de todo lo creado, el Rey de una nueva his­toria, el Rey de una nueva humanidad.
     El reinado de Jesús no es una proclama fugaz y oportunista, no es un dis­curso fácil y barato. Es, ni más ni menos, que devolver a la humanidad la posibili­dad de volver a ser humana según el diseño de Dios; la posibilidad de reemprender aquel camino perdido que Dios ofreció antaño, y que una libertad no vivida en la luz, en la verdad y en el amor, llevó al traste. El reinado de Jesús es ese espacio de nueva historia en la que es posible vivir como hijos ante Dios, como hermanos ante los hombres, como confraternos ante todo lo creado.
     Ya ha comenzado este reinado, y tantos hombres y mujeres han vivido así. Pero también, ¡cuántos aún no viven así ni ante el Padre Dios, ni ante el hermano hombre, ni ante la confraterna creación! Por eso, es un Reino de Jesús, que está sólo empezado, que se encuentra sin terminar, sin su plenitud final. Sólo hay un trono y éste es para Dios; y en ese trono se brinda libertad. Toda suplantación de ese Rey supondrá un camino de esclavitud, de inhumanidad, de corrupción, como lo demuestra la historia de siempre y la más reciente. Por Jesucristo Rey y por ese Reino hay que seguir trabajando, construyén­dolo cotidianamente con cada gesto, en cada situación y circunstancia, para ir des­terrando y transformando cuanto en nosotros y entre nosotros no corresponda al proyecto del Señor. Como dijeron nuestros mártires:  ¡viva Cristo Rey!

+ Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo


jueves, 17 de noviembre de 2016

HALLADO UN PAPIRO DEL SIGLO VI SOBRE LA EUCARISTÍA


     Una pieza de papiro que conserva varias citas bíblicas sobre la Eucaristía fue descubierto por la Dra. Roberta Mazza, investigadora del John Rylands Research Institute de la Universidad de Manchester, en Reino Unido. El documento se refiere al Sacramento bajo el nombre de "Maná del Cielo" y al parecer era conservado en un relicario y portado por su autor como una protección espiritual. El origen del texto es una villa de Egipto y el papiro data del siglo VI.
     El papiro fue hallado por la investigadora mientras examinaba miles de fragmentos de documentos históricos no publicados que se guardaron en las bóvedas de la Biblioteca John Rylands, según informó la Universidad de Manchester.
     A través de un análisis con técnicas de imágenes espectrales, se logró determinar que el texto devoto fue escrito al reverso de un documento comercial certificado por el cobrador de impuestos de la villa de Tertembuthis, en la zona rural de la antigua ciudad de Hermoupolis. Según la Dra. Mazza, el autor de la pieza cortó una parte del documento, escribió al respaldo la oración y entonces "habría doblado el papiro para conservarlo en un relicario o pendiente. Esta es la razón por la cual el recibo de impuestos en el exterior se dañó y desvaneció". Para la experta, este uso pudo ser común entre los creyentes, quienes habrían adaptado a la fe cristiana la costumbre de los pueblos egipcios de portar oraciones paganas como protección de diversos peligros.
     Este documento combina de manera creativa varios pasajes del Nuevo y el Antiguo Testamento en relación con el Sacramento de la Eucaristía, al que llama "Maná del Cielo" según el Salmo 23. También hace referencia al relato de la institución de la Eucaristía en el capítulo 26 del Evangelio Según san Mateo y otros textos de la Sagrada Escritura. El manuscrito también es una muestra de la apropiación y valoración de los textos sagrados por parte del común de la población, ya que el autor parece ser un residente de una villa sin aparente relación con el sacerdocio o el estudio académico.
     "Es doblemente fascinante", comentó la investigadora al referirse al autor del texto, "porque claramente conocía la Biblia, pero cometió muchos errores: algunas palabras están mal escritas y otras están en el orden equivocado. Esto sugiere que escribía desde su corazón en lugar de estar copiándolo". Esto ofrece una perspectiva nueva sobre la extensión del cristianismo en la época. "Es bastante emocionante", expresó la Dra. Mazza. "Gracias a este descubrimiento, ahora pensamos que el conocimiento de la Biblia estaba más arraigado en el Egipto del siglo VI que lo que pensábamos previamente".
     Varios académicos de la Universidad de Manchester celebraron el descubrimiento y destacaron la labor de los investigadores y el aporte que las bibliotecas hacen en la preservación del conocimiento alrededor del mundo.

El texto completo del papiro es:

     "Teman todos quienes dominan la tierra. Conozcan sus naciones y pueblos que Cristo es nuestro Dios. Porque Él habló y ellos llegaron a existir, Él dio la orden y fueron creados; Él puso todo bajo nuestros pies y nos salvó de nuestros enemigos. Nuestro Dios preparó una mesa sagrada en el desierto para el pueblo y dio el maná de la nueva alianza para comer, el Cuerpo inmortal del Señor y la Sangre de Cristo derramada por nosotros para el perdón de los pecados".

Información de Gaudium Press  sobre información de la Universidad de Manchester.


lunes, 14 de noviembre de 2016



NOVIEMBRE 2016

«Todo lo puedo en Aquel que me conforta» (Flp 4, 13).

     Hay momentos en que nos sentimos contentos, llenos de fuerza, y todo parece fácil y ligero. Otras veces nos asaltan dificultades que amargan nuestros días. Pueden ser los pequeños fallos al amar a las personas que tenemos al lado, la incapacidad de compartir con otros nuestro ideal de vida. O sobreviene una enfermedad, apuros económicos, desilusiones familiares, dudas y tribulaciones interiores, la pérdida del trabajo, situaciones de guerra..., situaciones que nos abruman y parecen no tener salida. Lo que más nos pesa en estas circunstancias es sentirnos obligados a afrontar solos las pruebas de la vida, sin el apoyo de alguien capaz de prestarnos una ayuda decisiva.
     Pocas personas como el apóstol Pablo han vivido con tanta intensidad alegrías y dolores, éxitos e incomprensiones. Pero él supo perseguir con valentía su misión sin caer en el desánimo. ¿Era un superhéroe? No, se sentía débil, frágil e inepto, pero poseía un secreto, y así se lo comunica a sus amigos de Filipo: «Todo lo puedo en Aquel que me conforta». Había descubierto en su vida la presencia constante de Jesús. Incluso cuando todos lo abandonan, Pablo nunca se siente solo: Jesús permanece cerca de él. Y Él era quien le daba seguridad y lo empujaba a seguir adelante, a afrontar cualquier adversidad. Jesús había entrado plenamente en su vida y se había convertido en su fuerza.

«Todo lo puedo en Aquel que me conforta»

     El secreto de Pablo puede ser también el nuestro. Todo lo puedo cuando, incluso en medio del sufrimiento, reconozco y acojo la cercanía misteriosa de Jesús, que se identifica con ese dolor y carga con él. Todo lo puedo cuando vivo en comunión de amor con otros, porque entonces Él viene en medio de nosotros, tal como prometió (cf. Mt 18, 20) y me siento sostenido por la fuerza de la unidad. Todo lo puedo cuando acojo y pongo en práctica las palabras del Evangelio, pues me hacen atisbar el camino que estoy llamado a recorrer día a día, me enseñan cómo vivir, me dan confianza.
     Tendré la fuerza para afrontar no solo mis pruebas personales o las de mi familia, sino también las del mundo que me rodea. Puede parecer una ingenuidad o una utopía, ¡con lo inmensos que son los problemas de la sociedad y de los pueblos! Y sin embargo, todo lo podemos con la presencia del Omnipotente; todo y solo el bien que Él, con su amor misericordioso, ha pensado para mí y para los demás a través de mí. Y si no se realiza inmediatamente, podemos seguir creyendo con esperanza en el proyecto de amor de Dios, que abraza la eternidad y se cumplirá de todos modos.
     Bastará con trabajar «entre dos», como enseñaba Chiara Lubich: «Yo no puedo hacer nada en ese caso, por esa persona querida en peligro o enferma, por esa circunstancia intrincada... Pues bien, haré lo que Dios quiere de mí en este momento: estudiar bien, barrer bien, rezar bien, atender bien a mis niños... Y Dios se encargará de desenredar esa madeja, de consolar a quien sufre, de resolver ese imprevisto. Es un trabajo entre dos, en perfecta comunión, que requiere de nosotros una fe grande en el amor de Dios por sus hijos y, por nuestro modo de actuar, le da al mismo Dios la posibilidad de tener confianza en nosotros. Esta confianza recíproca obra milagros. Se verá que, donde no llegamos nosotros, llega verdaderamente Otro que actúa inmensamente mejor que nosotros».
Fabio Ciardi