TIEMPOS LITURGICOS

TIEMPOS LITURGICOS

viernes, 29 de enero de 2016

DOMIONGO 31 DE ENERO, 4º DEL TIEMPO ORDINARIO

COMO UNO MÁS, SIN SER UNO CUALQUIERA



      La escena del evangelio de este domingo nos sitúa a Jesús en la Sinagoga de Nazaret. Jesús, pasó por allí al poco tiempo y en su fugaz regreso descubrió la indiferencia llena del prejuicio de sus paisanos hacia su Persona. Puesto de pie, Jesús dirá aquella frase que se ha hecho célebre: nadie es profeta en su tierra.
       ¿Cuál era la dificultad de los nazaretanos respecto de Jesús? Precisamente una familiaridad que les impedía reconocer en Él a alguien más que al hijo del carpintero, el de la Señora María. Creían conocer a quien, en el fondo, desconocían profundamente. Decimos en castellano ese dicho hermoso: “del roce nace la querencia”. Pero ya se ve que no todo ni siempre es así: podemos querer a quienes no podemos tocar por la distancia, e ignorar calamitosamente a quien a diario vemos y tratamos. Viene a la memoria la pregunta decisiva de Jesús a sus discípulos: ¿qué dice la gente de mí? ¿y vosotros, quién decís que soy yo? Es una pregunta que se nos puede hacer hoy a nosotros.
     Los nazaretanos conocían a Jesús como se conoce a un paisano, a alguien del barrio. Nosotros lo podemos conocer desde el barniz de las pinturas, el escorzo de algunas imágenes, o las literaturas que nos hablan de Él. Para no pocos, éste sería el barrio o el paisanaje en su conocimiento de Jesús. Podemos decir que queda un halo cultural que nos permite saber de Él algunas cosas comunes, quizás algunas cosas más de las que conocían sus paisanos. Ellos recordaban de Jesús lo que habían visto en su mocedad mientras crecían en el pueblo. Nosotros podemos recordar lo que hemos aprendido a vuelapluma y con alfileres. Pero sólo conoce a Jesús quien se ha fiado de su palabra y quien ha quedado seducido por su presencia.
       Es hoy un día para desear conocer al Señor por dentro, desde el corazón que ora y que ama, desde el testimonio que narra con obras sencillas y cotidianas, el amor que le embarga y plenifica. Sólo así podemos decir que Jesús no es un extraño profeta en la tierra de nuestra vida, sino un Dios vecino, cuya casa tiene entraña y tiene hogar, una casa habitada, que abre las puertas de par en par. Con Él convivimos; a Él le vamos a contar nuestras cuitas buscando el consuelo en los sinsabores cuando la vida parece que nos quiere acorralar; a Él vamos también a agradecer los dones, las muchas alegrías con las que también esa vida nos sonríe. Y descubrimos que ese Buen Dios, el mejor vecino, saber reír y sabe llorar, porque le importa nuestra vida, nuestro destino y nuestra paz.
       Dios, sin ser uno cualquiera quiere ser entre nosotros uno más, que no sólo es el Camino, sino también el caminante junto a cada cual.
 + Jesús Sanz Montes, ofm-Arzobispo de Oviedo 


ADORACIÓN Y EVANGELIZACIÓN



      La singularidad de la adoración eucarística con respecto a todas las otras formas de oración y de devoción, es que por la presencia sacramental de Jesús-Hostia, Dios toma la iniciativa de encontrarse con nosotros. Cristo me precede en la respuesta que el Padre espera.
“La Eucaristía significa: Dios ha respondido. La Eucaristía es Dios como respuesta, como presencia que responde” (J. Ratzinger – Dios está cerca- Palabras y silencio 2003)
     Adoración, la palabra proviene de un vocablo latino cuya etimología está en “ios” (la boca). Comprende una postración que apunta al objeto de veneración y lo besa. Significa inclinarse profundamente en señal de extremo respeto.
     No faltan ejemplos evangélicos al respecto: la hemorroisa que se echa por tierra para tocar el borde del manto de Jesús (Lc 8,44); María Magdalena que se arroja a los pies de Jesús y los abraza. Esta actitud de adoración es bien natural al hombre cuando se encuentra ante algo o alguien que lo sobrepasa.
     La adoración debe expresarse con todo nuestro ser y entonces igualmente comprometer nuestro cuerpo. El hombre ha sido creado para adorar, para inclinarse profundamente ante Aquel que nos hizo y que nos sobrepasa.
     Todas las posibilidades espirituales de nuestro cuerpo forman necesariamente parte de nuestra manera de celebrar la eucaristía y de rezar. La escucha atenta de la Palabra de Dios requiere la posición de sentado o el movimiento de la Resurrección reclama la posición de parados. La grandeza de Dios y de su Nombre se expresan de rodillas. Jesucristo mismo rezaba arrodillado durante las últimas horas de su Pasión en el Huerto de los Olivos (Lc 22,41). Esteban cae de rodillas antes de su martirio, al ver los cielos abiertos y el Cristo de pie (Hch 7,60). Pedro ruega arrodillado pidiendo a Dios la resurrección de Tabita (Hch 9,40). Después de su discurso de despedida ante los ancianos de Éfeso, Pablo reza con ellos de rodillas (Hch 20,36). El himno de Flp 2, 6-11 aplica a Jesús la promesa de Isaías anunciando que toda rodilla se dobla ante el Dios de Israel, ante el nombre de Jesús…
     Nuestro cuerpo manifiesta visiblemente aquello que nuestro corazón cree. La filósofa Simone Veil, de origen judío y no creyente, descubre a Cristo en Asís en 1936 y escribe: “Algo más fuerte que yo me obligó, por primera vez en mi vida, a ponerme de rodillas”.
     El testimonio de los santos es elocuente: Santo Domingo se prosternaba sin cesar, boca abajo y todo a lo largo cuan era, en presencia del Santísimo Sacramento. La actitud exterior traduce la devoción interior. Decía san Pierre-Julien Eymard que el primer movimiento de la adoración consiste justamente en prosternarse a tierra, la frente inclinada. Es una actitud que nos permite proclamar sin palabras la majestad infinita de Dios que se oculta tras el velo de la Eucaristía.
     Para evangelizar el mundo se necesita apóstoles “expertos” en celebración, en adoración y en contemplación de la Eucaristía. JP II (Mensaje para la Jornada mundial de los Misiones 2004).

Mons. Dominique Rey, Obispo de Toulon,-Francia, en “Adoración y Evangelización”.


 Carta de las Monjas Mercedarias Descalzas de Santiago


   Ante las informaciones aparecidas en distintos medios de comunicación relativos a unos hechos acontecidos en nuestro Monasterio, la Comunidad de Madres Mercedarias Descalzas de Santiago quiere manifestar, para público conocimiento y aclaración, lo siguiente:
     El pasado sábado 23 de enero de 2016, hemos sido informadas a través de un requerimiento judicial de que cinco hermanas de nuestra Comunidad debían prestar declaración en los Juzgados de Santiago por una denuncia de detención ilegal, sin que, en ningún momento, previamente, nuestra Orden hubiera recibido información o denuncia alguna acerca de presuntos comportamientos delictivos en sus 300 años de existencia, ni por parte de organismo judicial ni de persona particular. Lógicamente, ello ha producido gran perplejidad, dolor y consternación en el seno de nuestra comunidad.
     Somos una Comunidad de monjas Mercedarias Descalzas, una Comunidad de mujeres consagradas a Dios en el seno de la Iglesia Católica, dedicadas fundamentalmente a la oración, a la escucha y meditación de la Palabra de Dios, a la adoración y glorificación de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
     Actualmente, tras los últimos acontecimientos, formamos la comunidad siete hermanas de tres nacionalidades: España, India y México, o sea, que es una pequeña comunidad universal, llena de alegría y variedad cultural.
     La vida de una Mercedaria descalza se describe con dos trazos muy sencillos: oración y fraternidad. Las Hermanas compartimos la misma llamada de Dios que en cada una se manifiesta de modo particular. Todo, aquí, gira en torno a la búsqueda de Dios, a quien hemos dado primacía en nuestra vida. Este camino sólo se recorre en la medida en que recorremos ese otro por el cual vamos aprendiendo a ser hermanas, a compartir cuanto somos y tenemos. Y todo esto en el marco de una vida sencilla; trabajamos para vivir y dedicamos tiempo a la lectura y el estudio.
    Desde la vocación contemplativa os aseguramos que el sufrimiento del mundo, de cada hombre, los más cercanos y los más lejanos no nos dejan indiferentes porque nuestra oración se extiende a toda la humanidad. Desde nuestra pequeña comunidad intentamos dar respuesta al sufrimiento del mundo con nuestra oración, acogida, y pequeños gestos solidarios. Y así podríamos seguir dando razones por las que la vida contemplativa tiene plena actualidad.
      Hace más de 15 años quisimos facilitar el desarrollo de la vida contemplativa a distintas jóvenes vocaciones extranjeras, algunas jóvenes de Kerala (India) y de México, algunas de las cuáles ahora son monjas de votos solemnes y otras fueron descubriendo con el paso del tiempo que el Señor las llamaba a otro tipo de vocación en la Iglesia y en el mundo. Damos gracias a Dios, por cada una de estas Hermanas tanto las que han perseverado como las que libre y voluntariamente decidieron dejar la vida religiosa; todas han sido un don de Dios, por su espíritu ferviente y misionero. La formación de estas jóvenes fue una tarea entrañable y con la ayuda de Dios la Comunidad salió adelante. Hoy están muy integradas, llevan el peso de esta comunidad. Incluso una de las que recientemente ha decidido, después de un período de discernimiento, abandonar la vida monástica, fue Vicaria (segundo oficio en importancia en la comunidad por su responsabilidad) durante seis años, incluso Superiora de la Comunidad en funciones durante un tiempo. Y posteriormente estuvo encargada del torno conventual, donde se atienden las comunicaciones con el exterior y se entra en relación con todas las personas que acuden al Monasterio. Todos los cargos y tareas intracomunitarios son elegidos democráticamente para un período de tres años, al término de los cuáles se procede a otra elección de las distintas responsabilidades.
     En estos tiempos en los que nos cuesta aceptar los compromisos a largo plazo y en los que la fidelidad parece cuestionada como valor, la perseverancia en la vocación y la humilde presencia de un monasterio como el nuestro (dedicado a la oración y a la contemplación) suponen sin duda, un testimonio muy hermoso para todos los creyentes.
    Es verdad que puede haber muchas personas que no comprendan el sentido de este género de vida y sus tradiciones y costumbres. Pero esto sería mirar muy superficialmente nuestra vida. No obstante, pedimos, tanto a las instituciones como a las personas y medios de comunicación, respeto hacia esta forma de vida consagrada en la Iglesia y verdad ante unas informaciones que no han reflejado correctamente los hechos acaecidos.
     Queremos manifestar nuestra gratitud a todas las personas que de un modo u otro nos han hecho llegar su apoyo y nos han mostrado su cercanía… Más allá del dolor y la consternación que esta situación nos produce, seguimos confiando en el Dios de la Misericordia, que acoge y perdona; y queremos seguir expresando nuestro deseo de servirle a Él y a los hermanos desde nuestro carisma mercedario en esta ciudad del Apóstol, y hacemos llegar a todos un agradecido y fraternal abrazo desde el corazón de María, nuestra Madre, de vuestras hermanas Mercedarias Descalzas.